domingo, 10 de junio de 2007

Biocombustibles: no más Campo vs. Industria

En una nota publicada el 9 de junio de 2007 en el Diario Clarín, Manuel Alvarado Ledesma (Director de Consultoria Agroeconomica)nos propone reflexionar "Contra los viejos prejuicios".

El autor sostiene que todavía subyace en la sociedad la idea de que la industria debe pasar por encima del campo. Bajo el amparo de estas vetustas creencias, "gran cantidad de cadenas de la Argentina, con fuertes determinantes a su favor, han sido golpeadas seriamente y afectadas en su crecimiento", manifiesta.

Las industrias y actividades del complejo agroindustrial tienen el suficiente potencial para abastecer el mercado interno y, además, exportar bienes y servicios de clase mundial. La producción primaria de origen agropecuario depende de un creciente nivel de productividad para permanecer competitiva. A su vez, los eslabones que preceden a la actividad primaria requieren de industrias cada vez más complejas con tecnologías y servicios de alta sofisticación. La sola producción de un grano de maíz exige la concurrencia de industrias que no pueden ser advertidas por la sociedad si no se promueve su conocimiento. El alto nivel de productividad en la agroindustria sólo se puede mantener mediante la incorporación constante de tecnología y de normas cada vez más exigentes de calidad y salubridad. Esto significa que la producción primaria argentina se puede mantener en el mercado en tanto camine por el sendero de la especialización. Pero la especialización competitiva no significa reducirse a la actividad primaria.

La especialización será efectiva en tanto se mantenga en toda la cadena agroindustrial. Las características regionales hacen al desarrollo de las cadenas agroindustriales -donde el agro es un eslabón vital- y, de esta forma, ellas pueden ser más competitivas que otras. Merced a las condiciones físicas, geográficas, de capital humano y social y de estructura, un país es terreno fértil para cadenas más eficientes que otras.

El autor comenta que la actual política económica, sustentada en un tipo de cambio alto (dólar elevado), obviamente tiene sus beneficios. Pero es necesario tomar en cuenta que, además, promueve el cierre de la economía -al encarecer los bienes de capital e insumos importados- y quita aliciente a la competitividad de la industria nacional. Además, tal política permite la implantación de impuestos a la exportación y diferentes mecanismos de intervención que generan una distorsión de precios relativos, a la vez que brinda recursos y, por ende, poder económico, al Ejecutivo (central). Desde la posguerra, el país ha comerciado en menor grado de lo que debería. Considerando su aparato productivo y el tamaño de su mercado interno, ¿no hubiese sido razonable aprovechar sus ventajas comparativas para gozar de los beneficios de la especialización internacional? ¿No habría sido más racional dar cauce a un mayor valor por exportaciones y poder elevar las importaciones? Expresemos lo que marca la experiencia histórica: la actividad agropecuaria desata industrias hacia el consumidor y, también, hacia atrás (bienes de capital e insumos), como lo muestra EE.UU..

Lea la Nota completa en: http://www.clarin.com/suplementos/rural/2007/06/09/r-01434699.htm

Otra Nota del mismo autor: El mito del deterioro de los términos de intercambio

No hay comentarios.: