
El calentamiento registrado en la Antártida rompe con la idea de que el continente, a diferencia del resto del mundo, se está enfriando. Esta idea se basaba en el efecto refrigerante del agujero de ozono. A falta de datos concluyentes sobre la evolución de las temperaturas en la Antártida, algunos autores habían esgrimido el supuesto enfriamiento del continente como argumento para rebatir el cambio climático.